El que no duerme ahorra vida, para después vivirla con despiste asesino por ahí… cruzando calles con descuido y pretendiendo saltar lagunas para hundirse en charcos de barro y agua.
El que no duerme va vagando noche y día sin recesos por la carretera que recorre en círculos enajenado, que a veces engaña para escapar y adentrarse en un camino sin destino alguno.
El que no duerme va confundido, olvidadizo, golpeándose con objetos que se asemejan a cuerpos que en su ceguera, no logra distinguir. Sin mayores preocupaciones, el que no duerme, continúa su rítmico andar junto a su inmutable inercia.
El que no duerme se convierte en viajero errante, que intenta en su interminable trayecto, establecer tregua con sus demonios que se van acumulando entre tramos.
El que no duerme, va algunas veces despotricando con desdén a su locura artista que lo sodomiza, y va otras, acariciándola y asumiéndola como eterna y conflictiva amante.
El que no duerme se reconforta en su condicionante, perdiendo el hilo de sus propios pensamientos e intentando seguir el de otros, deshilachando recuerdos para después mecharlos con sueños que sueña despierto como predilecto pasatiempo. Pasatiempo para desviar el interés del penetrante y fantasmal tedio que se le aparece galopando, en ciertas ocasiones.
El que no duerme observa con desconcierto, la inmensidad indomable de un espacio abstracto limitado a través de alegorías inexpresivas y conceptos precarios, que fustiga y busca con hastío matar.
El que no duerme actúa como embajador de la intolerancia, en cuanto a la preocupación de terceros hacia su figura se trata. Estos suspiran cansinos ante un ser que inválida y boicotea todas sus acciones, estableciendo claras obstáculos de arena movediza.
En que no duerme ve con histeria menopáusica a aquellos que duermen y van somnolientos por la vía, traspasándolo a empujones que burlan por completo su presencia, mientras se dirigen con altanería a los agujeros negros más hondos, estando absolutamente seguros de todo… todo lo que envuelve ,absolutamente nada.
El que no duerme se ríe a carcajadas de aquellos que lo siguen como sombras invasivas, caminando cabizbajos, esperando cumplir con la voluntad de cualquiera que disponga de alguna certeza. Forman éstos, parte de una extensa manada desolada que aguarda semiparalizada el líder que los guíe al foco de luz ficticio, más cercano y sólido dentro de un mundo de utopías…
…mientras tanto él, el que no duerme, continua en su encierro al aire libre… disfrazado de camaleón con múltiples incógnitas con carácter de personalidades que le cubren la cara, y va, va solo, convirtiéndose progresivamente en nada más que alma, creyendo que en este mundo despiadado...¡con eso, con apenas eso, basta!
El que no duerme va vagando noche y día sin recesos por la carretera que recorre en círculos enajenado, que a veces engaña para escapar y adentrarse en un camino sin destino alguno.
El que no duerme va confundido, olvidadizo, golpeándose con objetos que se asemejan a cuerpos que en su ceguera, no logra distinguir. Sin mayores preocupaciones, el que no duerme, continúa su rítmico andar junto a su inmutable inercia.
El que no duerme se convierte en viajero errante, que intenta en su interminable trayecto, establecer tregua con sus demonios que se van acumulando entre tramos.
El que no duerme, va algunas veces despotricando con desdén a su locura artista que lo sodomiza, y va otras, acariciándola y asumiéndola como eterna y conflictiva amante.
El que no duerme se reconforta en su condicionante, perdiendo el hilo de sus propios pensamientos e intentando seguir el de otros, deshilachando recuerdos para después mecharlos con sueños que sueña despierto como predilecto pasatiempo. Pasatiempo para desviar el interés del penetrante y fantasmal tedio que se le aparece galopando, en ciertas ocasiones.
El que no duerme observa con desconcierto, la inmensidad indomable de un espacio abstracto limitado a través de alegorías inexpresivas y conceptos precarios, que fustiga y busca con hastío matar.
El que no duerme actúa como embajador de la intolerancia, en cuanto a la preocupación de terceros hacia su figura se trata. Estos suspiran cansinos ante un ser que inválida y boicotea todas sus acciones, estableciendo claras obstáculos de arena movediza.
En que no duerme ve con histeria menopáusica a aquellos que duermen y van somnolientos por la vía, traspasándolo a empujones que burlan por completo su presencia, mientras se dirigen con altanería a los agujeros negros más hondos, estando absolutamente seguros de todo… todo lo que envuelve ,absolutamente nada.
El que no duerme se ríe a carcajadas de aquellos que lo siguen como sombras invasivas, caminando cabizbajos, esperando cumplir con la voluntad de cualquiera que disponga de alguna certeza. Forman éstos, parte de una extensa manada desolada que aguarda semiparalizada el líder que los guíe al foco de luz ficticio, más cercano y sólido dentro de un mundo de utopías…
…mientras tanto él, el que no duerme, continua en su encierro al aire libre… disfrazado de camaleón con múltiples incógnitas con carácter de personalidades que le cubren la cara, y va, va solo, convirtiéndose progresivamente en nada más que alma, creyendo que en este mundo despiadado...¡con eso, con apenas eso, basta!