martes, 30 de noviembre de 2010

La gotera

De a tanto me he acostumbrado a sufrir noches de insomnio y no hay cosa peor que padecer éste problema, verá. Vivimos mi señora y yo en un apartamento, el espacio es reducido y pocas actividades podemos practicar los noctámbulos sin provocar disturbios en el sueño de aquellos que pueden tenerlo.
Atribuyo mi problema a mis preocupaciones del día a día de un ciudadano uruguayo clase media, un trabajo monótono, deudas pendientes y el vicio por el café que es el que muchas veces me mantiene despierto durante el día sin hacerme parecer un zombie. Con el tiempo resulta que uno comienza a fallar en el afronte a estas peculiares situaciones, al fin y al cabo, no somos máquinas y miré usted que inclusive ellas merecen un momento de descanso…
En fin, ese no es el punto… la otra noche como le decía, sucedió eso que me viene sucediendo frecuentemente, cené con mi señora ya muy entrada la noche y posteriormente se fue ella a dormir. La acompañé acostándome a su lado sin decir palabra, sabía yo que estaba demasiado agotada como para iniciar una conversación. Le di un beso en la mejilla y la vi dormirse, cosa que le costo apenas segundos y me hizo sentirle un poco de envidia.
Miré al techo un instante, apagué la luz y me fui a hurtadillas de la habitación, es que verá, me he acostumbrado a ser un tipo de fantasma sigiloso que vaga durante la noche.
Es cierto que quizás podría tornar estos momentos más llevaderos leyendo un libro, aunque asumo yo que me cansaría la vista y me haría rendir menos durante el día, entonces prefiero evitarlo.
Tengo pleno conocimiento de que siempre hubo una solución práctica al problema de mi sueño, o mejor dicho, falta del mismo, pero me resisto a tomar medicamentos siempre que puedo. Quizá esta postura sea un capricho como me lo dice constantemente mi mujer, haciendo hincapié en resaltar que ésta situación amerita un correcto tratamiento.
Aquella noche en particular, se sumaba a mi insomnio un fuerte dolor de muela que en el día había incomodado poco, figúrese usted que durante el día uno esta activo y no se permite sentir dolores. En la noche, esta realidad cambia, el silencio y la quietud, hacen que todo tipo de dolor se sienta más intenso y penetrante. Probé el método estúpido de evadirlo diciéndome en silencio “no me duele…” esto me causó gracia y me reí (luego maldije ya que mi experimento ocasionó más dolor.)
Buscando algo de alivio husmeé por un antiinflamatorio en el botiquín del baño, me dirigí a la cocina arrastrando los pies, abrí la heladera y me tomé en cuestión de segundos el litro de agua helada que había. Me tiré en el sillón de la sala presionando el cachete y cerré los ojos, me dispuse a sentir los ruidos de la noche.
Autos aislados pasaban por la calle, se escuchaba el ruido del viento golpeando contra alguna ventana mal cerrada, y finalmente los siempre exaltados grillos. Recuerdo que cuando mi sueño era más constante, bastaba tomar conocimiento de que había uno de estos molestosos insectos en la casa, que era motivo suficiente para enloquecer. Actualmente ya estoy algo más acostumbrado a ellos, sin embargo, no me han dejado de disgustar.
Eché un vistazo a mi reloj pulsera creyendo que la noche se marchaba deprisa… eran apenas las tres de la mañana y me quedaban largas cinco horas para comenzar mi día, en ese momento me sentí el más desgraciado.
Preparé algo de café, intenté en vano leer un libro que rápidamente abandoné, ya que no lograba seguirlo y tampoco puse demasiado esfuerzo en ello.
De pronto en eso de sentir los ruidos de la noche me percaté de algo, una gotera. Es verdad, soy algo paranoico y me molesto con facilidad, convendrá igualmente, que es incómodo sentir como gota tras gota cae haciendo ese sonidito hueco en el piso, después de pasados algunos minutos.
A causa de esta molestia me puse a buscar el origen de la maldita gotera, como le dije anteriormente, el apartamento donde vivo es chico y la ubicación de la misma debería ser fácil de descifrar, pues fíjese usted que este razonamiento lógico fallo rotundamente aquella noche. Desistí entonces de hallarla y me acosté nuevamente en el sofá,  abandoné el café a medio terminar ya que descubrí que no me sentaba bien a mi dolor… 
Me detuve a pensar por un rato en algo que ya no recuerdo, por haber sido un pensamiento interrumpido abruptamente  por aquella bendita gotera. Me irrité nuevamente y como niño chico, tapé mis oídos.
La cuestión era que no conseguía concebir que nunca hubiese percibido la existencia de la famosa gotera, y que con razón la factura de OSE venía tan alta, y yo que lo atribuía a los baños interminables de mi señora.
No tenía absolutamente nada para hacer aquella noche pensé, decidí ser algo paciente y reanudé la búsqueda por la gotera en los lugares claves: el baño y la cocina (ya que en mi apartamento no hay humedad). Al revisar minuciosamente estos ambientes me frustré al no hallar el foco del cual se desataba mi cólera. Concluí que sería tarea conveniente de realizar a la luz del día, no obstante, sabía yo que estar mucho tiempo más sintiendo ese ruidito insoportable me haría salir de mis cabales. Anoté en mi agenda con letras leíbles inclusive para alguien que sufre de miopía, que al día siguiente debería llamar a un plomero y consultar con el dentista.
Miré hacia el ventanal de la sala y observé que era aquella una linda noche de primavera, me haría bien salir a caminar un rato, me dije. Juzgará que es poco seguro en estos días salir a caminar en el medio de la madrugada por ahí, pero no pude evitar pensar en lo tentadora que estaría la rambla y las pocas cuadras que de ella estaba.
No me resistí y resolví buscar un equipo deportivo,  no quise buscarlo en el ropero del cuarto temiendo despertar a mi mujer. Fui al baño y me fijé en el canasto de ropa sucia, encontré allí un equipo. Me vestí rápidamente pero tuve de todos modos que irrumpir en el cuarto, ya que mis llaves estaban en mi pantalón de trabajo. Hice el mínimo ruido posible, pero vi que Ana había caído en un sueño profundo e impenetrable, la odié en aquel preciso instante.
Debo reconocer que cuando salí a la calle sentía un poco de temor a causa de mi actitud arriesgada, y mi adrenalina estaba disparada como hacía mucho que no lo estaba… no hay mucha emoción en la vida de uno cuando se pasan ocho horas diarias trabajando en una oficina pública durante treinta años. Exponerme a aquella pequeña situación de peligro, era una novedosa experiencia... ¡ufa, que razonamiento ridículo el mío!
Al percatarme de que no llevaba conmigo la cartera de cigarrillos despotriqué palabras inteligibles, emprendí rumbo exacerbando mi enojo completamente desproporcional al motivo que lo disparó, pensé entonces en pasar por una estación de servicio si mi vicio lo exigía y por aquella noche, desprenderme de todo tipo de stress.
No había un alma en la calle como era de esperarse, solo la noche y su agobiante silencio. Cuando ya estaba en la playa, opté por no caminar y tenderme en la arena a pensar. Llegué a recordar la época de mi juventud y las salidas nocturnas en las cuales siempre terminaba embriagado y semidormido allí, en la compañía de amigos, otras veces de alguna mujer, y muchas otras, completamente solo... viendo el amanecer. En ese mismo escenario me presentaba nuevamente a punto de jubilarme, viejo, mal dormido y obsesionado por una gotera cuasi imaginaria. Seguramente, pensé, que de ese momento, no sentiría pizca de nostalgia como sentía de esos otros que recordé.
Quise zambullirme en el mar que me atraía latente con sus olas y majestuosa extensión, pero qué me diría mi mujer si llegase a casa además de enarenado, mojado, y le ensuciara el piso de parquet al cual había dedicado tarde entera a limpiar.
Cerré mis ojos y mi mente se blanqueo, largo rato pasé así, al retomar conocimiento me pregunté con algo de júbilo cuánto más me faltaría para estar dormido.
Ya amanecía, mi reloj indicaba las seis de la mañana. Me levanté y percibí para mi suerte que mi dolor de muela había calmado, retiré lo máximo que pude de arena de mi vestimenta para luego dirigirme mansamente a casa.
Cuando ingresé en ella, lo primero que sentí fue la gotera… no sé por qué razón esto me ocasionó un arrebato de ira, de viejo uno se pone susceptible a cualquier pavada, quizás sea esa la respuesta. Comencé a injuriar en voz alta, actitud que reconozco un tanto ordinaria en chiflados (y no crea que no me es embarazoso admitirlo.)  
Desperté a mi mujer que se levantó de la cama y fue hasta la sala en camisón, en ese estado transe en el cual uno se asemeja a un sonámbulo, me pregunto desconcertada qué cuál era mi problema.
–La gotera, la gotera –le dije ensimismado.
-¿Pero de que gotera me hablas, hombre? –me preguntó ya más despabilada a punto de pegar uno de sus alaridos.
-¡Pero presta, presta atención, cállate y presta atención!
-¿Estas loco? –No espero respuesta y continuó. –Y sí, como para no estarlo, noches enteras sin dormir… voy a llamar hoy mismo a la mutualista y marcarte una consulta con el psiquiatra.
-Pero… -le interrumpí yo.
-Pero nada, y mismo que existiera esa tú gotera (que de hecho no existe) no es motivo para armar un escándalo –finalizó y miró la hora rabiosa, confirmando que había perdido dos horas de su sueño por una tontería.
Y bueno así es ella, lo que dice hace y no basto con que le pidiera perdón para abandonar su decisión, por lo tanto aquí me tiene usted hoy a contra voluntad, doctor…
Por si no le queda claro, vengo a consultar exclusivamente por mi insomnio, nada más. De la existencia de la gotera tengo seguridad y verá como un día la localizaré.
Discúlpeme si me he desplayado en detalles irrelevantes, vayamos a lo que me trajo aquí, dígame entonces ¿qué remedio cree conveniente recetarme?
Si no es mucho pedirle, que sea algo económico, ¡fíjese usted la altura del mes en la cual estamos y tengo la cuenta de luz aún sin pagar!

viernes, 8 de octubre de 2010

Cianuro.

Verás, de ese cianuro que te hizo bien, estoy en la búsqueda de un poco. ¿En el fondo de la taza de café que yo te preparé, quedará un poco? Jaja… respiro hondo y mi genio maligno me hace recordar el largo período de tiempo en el cual no reía.

Escucho como me gritan afuera: “¡culpable, culpable, culpable!” sin cesar, algunos son creativos, me maldicen de distintas formas. Entonces me veo obligada a preguntarme ¿Culpable de qué? ¿Culpable en el lugar de quién? ¿Culpable para favorecer a quién?


¡Culpable nada más de mi propia denigración y débilidad, habiéndome retrasado en llevar a cabo esta vieja decisión, decisión de finiquitar con nuestra maldición! Esto es lo que me contesto y repito, hasta llegar el momento en el cual lo grito. Afuera repentinamente se callan, por suerte, todos se callan.

 
Es extraño pensar que en este lugar, al cual antes detestaba, es el lugar en el que ahora me siento protegida, y en efecto, lo comienzo a sentir como mi casa.
Alguien me susurra (mi genio maligno me susurra) que de la vuelta, sistemáticamente obedezco. Me deparo nuevamente con tu cuerpo caído, ahora veo y entiendo con mayor claridad mi sentir, ya no me es extraño, mucho menos confuso.
La euforia invade y toma absoluto control, mis entrañas y músculos se contraen en frenesís agobiante y febril delirio. 

 
Esta nebulosa a la cual gran parte de mi vida fui sometida, comienza paulatinamente a desaparecer. Llego a ver colores ¡sí, colores…! experimento lo viejo con la misma intensidad que se experimenta lo nuevo. Relativo, me maravilla lo relativo.

 
¡Cuantas alegrías tu ausencia espiritual provocó! Quisiera que estuvieras vivo para poder contemplarlo ja-ja-ja (que carcajada me di el gusto de soltar).
Tu presencia física se mantiene, eso esta claro, aunque tu cuerpo ya no me perturba como antes. Te has transformado y reducido a un bulto sangriento en el rincón de mi habitación.
Me siento como la leona que se escapó de la jaula del zoológico ¡y por dios, cuantas comparaciones del género en este momento soy capaz de realizar!

 
¡Ya no te sentiré rodeándome como un buitre y abrazándome en amague de asfixia, quemándome con las llamas del infierno que te acompañan! ¡Preferiría la muerte antes que revivir esa tortuosa etapa! ¡Sí, la muerte! Muerte que se despliega por doquier, en la sombra abultada de tu cuerpo y en la mía. 

 
Toco mi bolsillo, con alegría casi infantil me deparo con el cianuro que aún resta en la pequeña bolsita de plástico. Café negro, agua tibia y cianuro. ¿Azúcar? No, no, nada de eso, café amargo es el único que le sienta bien a mi úlcera estomacal.
¿Cobardía? No, no, nada de eso, solamente evito la persecución de caníbales que acechan por mi carne asesina y suicida.


PD: algo viejo y malo.

Peculiaridad inconstante ;


Ciclotimia disfuncional y contraproducente que me hace mirar con malos ojos y pupilas ennegrecidas, el papel que juego en mi propia vida.

 
A ti, cicliotima, te confieso como el océano de preguntas desborda la linealidad de mi mente que enloquece hurgando espacio, pero se atiene a la moralidad vacía que la torna pieza en el juego de ajedrez.

 
A ti, ciclotimia, te revelo que en lo que respecta a las respuestas, la naturaleza de mi raza me hace olvidarlas, ignorando a su vez el tanto que fatiga formularlas... en número y en cadena, se esfuman en las fallas del razonamiento que se esforzó cuanto pudo por ser objetivo.

 
Las respuestas después de todo, se convierten en el gatillo de la desolación y el pretexto suicida.

 
Ciclotimia, siento que voy perdiendo la autonomía a cada paso de rebeldía, pero cuestiono sí aún se puede ser dueño de uno mismo, cuando el azar te encarcela y condimenta tu comida con algo que sabe a libertad, pero va envenenado de a poco la boca y el estómago.

 
Ciclotimia, por tu culpa ya no creo en mi alegría, como tampoco creo en la honestidad de mi tristeza, ni en la hostilidad de mi ira, y planifico revoluciones para justificar mi inercia con la vaga esperanza de revestir con nuevo tul, el cuerpo sin vida del idealista expuesto a la burla del que siempre lo margina.

 
Ciclotimia, me he dedicado a acogotar mi escepticismo mientras deseo escéptica volver a la etapa de ensueños, donde la risa infantil y despreocupada no parecía ser una ilusión y era posible surcar mares en un navío inmaterial.
Ciclotimia, he aquí mi más detallada descripción hecha por mi misma:

 
¡Soy carne, soy hueso, soy alma… y así mismo, continúo desconociendo la realidad surreal que integro!

 
¡Soy carne, soy hueso, soy alma, soy sólida… mientras la fortaleza de mi corazón se rompe develando un parásito desagradable, en el primer choque donde se contrapongan ideologías!

 
¡Soy carne, soy hueso, soy alma, soy ermitaña… mientras vago hipócrita a plena luz del día!

 
¡Soy carne, soy hueso, soy alma, soy misántropa… mientras interactúo entre extraños y repudio toda gota sangrienta de odio que mi lengua exhala!

 
¡Soy carne, soy hueso, soy alma, soy mochilera… mientras temo escalar montañas y persigo abismos fingiendo tenacidad para asustar a mi propia cobardía!

 
Ciclotimia disfuncional que me convierte en hija del humor del día, he concluido que has elegido a la víctima perfecta que no se atreverá a defraudarte y sabrá personificarte, a pesar del hincapié que hace en publicar su agonía.

 
Por lo tanto ciclotimia disfuncional ¿puedo usufructuar del néctar escapista para lo qué resta del día?
Me creo en el derecho de exigir al menos el premio de consolación, por tan fiel interpretación.

lunes, 13 de septiembre de 2010

En mi homenaje.

El que no duerme ahorra vida, para después vivirla con despiste asesino por ahí… cruzando calles con descuido y pretendiendo saltar lagunas para hundirse en charcos de barro y agua.

El que no duerme va vagando noche y día sin recesos por la carretera que recorre en círculos enajenado, que a veces engaña para escapar y adentrarse en un camino sin destino alguno.

El que no duerme va confundido, olvidadizo, golpeándose con objetos que se asemejan a cuerpos que en su ceguera, no logra distinguir. Sin mayores preocupaciones, el que no duerme, continúa su rítmico andar junto a su inmutable inercia.

El que no duerme se convierte en viajero errante, que intenta en su interminable trayecto, establecer tregua con sus demonios que se van acumulando entre tramos.

El que no duerme, va algunas veces despotricando con desdén a su locura artista que lo sodomiza, y va otras, acariciándola y asumiéndola como eterna y conflictiva amante.

El que no duerme se reconforta en su condicionante, perdiendo el hilo de sus propios pensamientos e intentando seguir el de otros, deshilachando recuerdos para después mecharlos con sueños que sueña despierto como predilecto pasatiempo. Pasatiempo para desviar el interés del penetrante y fantasmal tedio que se le aparece galopando, en ciertas ocasiones.

El que no duerme observa con desconcierto, la inmensidad indomable de un espacio abstracto limitado a través de alegorías inexpresivas y conceptos precarios, que fustiga y busca con hastío matar.

El que no duerme actúa como embajador de la intolerancia, en cuanto a la preocupación de terceros hacia su figura se trata. Estos suspiran cansinos ante un ser que inválida y boicotea todas sus acciones, estableciendo claras obstáculos de arena movediza.

En que no duerme ve con histeria menopáusica a aquellos que duermen y van somnolientos por la vía, traspasándolo a empujones que burlan por completo su presencia, mientras se dirigen con altanería a los agujeros negros más hondos, estando absolutamente seguros de todo… todo lo que envuelve ,absolutamente nada.

El que no duerme se ríe a carcajadas de aquellos que lo siguen como sombras invasivas, caminando cabizbajos, esperando cumplir con la voluntad de cualquiera que disponga de alguna certeza. Forman éstos, parte de una extensa manada desolada que aguarda semiparalizada el líder que los guíe al foco de luz ficticio, más cercano y sólido dentro de un mundo de utopías…

…mientras tanto él, el que no duerme, continua en su encierro al aire libre… disfrazado de camaleón con múltiples incógnitas con carácter de personalidades que le cubren la cara, y va, va solo, convirtiéndose progresivamente en nada más que alma, creyendo que en este mundo despiadado...¡con eso, con apenas eso, basta!

lunes, 14 de junio de 2010

Sentencia ;

Hay nada más que pretensión líquida y corrosiva
servida en el frasco de requesón que ingieres con pompa,
desconociendo que allí la serpiente que creías fiel compañera,
ha vertido en tu ausencia, su dosis de letal veneno y ahora acecha
por tu carne, su exquisita cena...mientras va estrangulando ansiosa;
alguna rata en el entretiempo, y la poesía, previamente descuartizada,
yace en el subsuelo flagelada, extinguiéndose en retazos sin remiendo.

viernes, 11 de junio de 2010

El discurso ;

-Los fanáticos buscan definiciones de diccionario que establezcan conceptos “claros” (es decir, superficiales) que sean a su vez, multiuso, abarcando numerosas situaciones, y descartando por supuesto, la real complejidad escondia con descaro bajo el tapete.
La relatividad dentro de estos conceptos dogmáticos, debe ser instantaneamente suprimida, para que de esta forma, la dirección a la cual apunte determinada definición, sea exclusiva y específica (omitiendo de esta manera la existencia de otras posibles direcciones que pongan en peligro la credibilidad de esta verdad indiscutible, sustentada en arena y ego).
Este diccionario, donde se hallan definiciones de todo tipo, que encasillan y ordenan con falsa propiedad, esta compuesto en un primer plano por la vía escrita, donde se reglamenta toda una “ideología” que genera adeptos en una generación actual, (y quién sabe hasta, en una generación futura, dependiendo, esto es claro, de su grado de mutilación o fragmentación en el transcurrir del tiempo).
La redacción del texto, esta en manos de los pocos mentores del nuevo régimen, impulsados por intereses propios, que quizás en algún momento juzgaron generales y se perdeieron en la propia generalidad. El carisma y una no menor inteligencia, son la herramienta eficaz que difunde el disparate acertado en cuestión, en formato biblia.
Por otra parte, no se le debe restar importancia a la vía oral que compone el conjunto, por la cual se simplifica aún más la “verdad”, que tiene como fin expropiar con mayor rapidez el inconsciente de aquellos que buscan sin saber, ser dominados o guiados, ya que no poseen por sí mismos la capacidad de hacerlo (o se limitan a creer que no la poseen) hallándose en la condición de huérfano que aguarda por su adopción, o perro callejero aguardando pasivamente ser domesticado.
La conquista en el caso de ser concretada, culmina provocando que la habilidad de “razonar”, propia de todo ser humano, este preestablecida y programada.
Sin embargo, debemos tener presente que todo éxito es parcial, y que siempre existirá el rebelde dispuesto a derrocar un ordenamiento para la creación de otro, y así lo logre en efecto, ya que de eso se trata la “evolución”, que ha adquirido carácter de involución. -Concluía el rebelde agotando la primera vía.

sábado, 15 de mayo de 2010

En el circo ;

En el circo, son todos bufones interpretando varios roles con un mismo contenido y una misma mentira.
La multitud de actores secundarios ignora a los pocos actores protagónicos encima del escenario,  y así viceversa. Se desprecian recíprocamente, ya que para los protagónicos los secundarios son apenas masas aglomeradas creadas con la única finalidad de ser explotadas; y para los secundarios los protagónicos son los causantes de todas sus desgracias.
En el circo, grandes pensadores proclaman la primacía y superioridad de una razón confundida, frente a una fe débil y humillada. Esta por su parte, se retira reconociendo que ha perdido la batalla, pero no asume total derrota y se presentará nuevamente, con otro traje y propuesta.
En el circo se sospecha, que el omnipresente se ha perdido en algún desierto y ha muerto deshidratado, y que sus seguidores están aún sumisos a una autoridad inexistente; ateniéndose a la inmovilidad y repitiendo con confianza que “este circo es el de los mejores posibles”.
En el circo se sospecha además, que en el infierno los diablos planean una rebelión, en la cual pretenden aliarse a los diablos de la tierra, dando lugar a la creación de una nueva y déspota sociedad.
En el circo se adivina y se especula, y la supuesta tensión de varios mundos se torna evidente, demostrando claros indicios de la proximidad de una avasalladora y fatídica guerra universal; en la cual de antemano podemos concluir que no existirán “vencidos ni vencedores”.
A su vez, los neutrales en esta guerra no serán permitidos, siendo considerados lacras desertoras a las cuales se debe como obligación, aniquilar.
En el circo, los estrategas son los ídolos acartonados que levitan en el vacío, retándose con la mirada sin decir palabra. Fanáticos siguen el duelo, alentando y prometiendo ceder su alma a la causa vencedora, que la imparcialidad del tiempo, destruirá.
En el circo, el hombre agotado y hambriento cae rendido, aguardando la compasión humana que no se presentará, y a esta víctima se suman otras que no se considerarán para nada, imprescindibles. Todos sus cadáveres son apilados en un rincón con indiferencia, formando una montaña inerte y desnuda. Los objetos que les pertenecían, son ahora distribuidos a una feliz y avara minoría; en el circo nada se desperdicia, todo se aprovecha.
Para descontraer la tumultuosa atmósfera, bellas figuras son suspendidas en el aire,  teniendo como único soporte finos hilos, casi invisibles. Caníbales civilizados que huelen mal, los obligan a demostrar destreza en el baile como regla de supervivencia.
Los valores son escasos, individuales y descartables, en el circo nada se puede reglamentar, todo es grotesco y caótico por naturaleza, por lo cual se rumorea que esta predestinado a convertirse en polvo y ceniza; ¿entonces por qué no incendiarlo y adelantarnos a la profecía?

domingo, 21 de marzo de 2010

Soy ;

Los sueños son los sedantes que me abstraen del mundo ordinario… los sueños son los que me transportan a una realidad que llega a ser descaradamente irreal y extraordinaria para algunos. Y yo… yo soy uno de esos sueños.

domingo, 31 de enero de 2010

Diablo ausente ;

El diablo de la ausencia despertó, inmutable, no quiso negociar, cuotas con intereses venía a cobrar…


La víctima de la noche, la infeliz criatura, se ahogaba en las olas de lo inhóspito… entre alaridos, lágrimas, demostraciones de afecto y rechazo, todas ilusiones implantadas, todas ilusiones que no dejaban de ser reales.


De pronto, los contenidos se esfumaron en la nebulosa de recuerdos no gratos, todo se volvió vacío e irrelevante para aquella alma condenada por mérito propio; cuya única compañía era la ausencia, ya que las otras almas presentes… eran nada más que tormento, instrumento de tortura.


Para aquel entonces, tergiversar había dejado de ser un recurso y soñar con retroceder, había dejado de ser una medicina provisoria que reconfortaba, pero confundía.


La maldición comenzó a seguir su curso desganada, completamente cegada… invadía y destruía… también rogaba temerosa, casi en silencio, por su libertad arrebatada; pero ese deseo que finalizaría con su calvario, jamás será concedido por un diablo que la observa con el ceño fruncido, mientras cumple la tarea que le fue designada.


El mar de cenizas, desechos, comida descompuesta, cucarachas aplastadas, botellas de vodka, escritos a medio terminar y calor asfixiante, comenzaba a desbordar la pequeña habitación; en la cual ni siquiera una pluma era capaz de caber sin provocar que aquel caos presente por doquier, terminara de estallar...


La música de trasfondo, sonaba casi imperceptible al oído humano repetidas veces, cuando la muerte impudorosa, sin previo aviso se personificó. Aquella víctima degradada, con absoluta devoción reaccionó, como si estuviera en presencia de Dios, por clemencia pidió... reacción que la oscura figura, asqueada… aborreció; sin preámbulos cumplió con su tarea, succionándole el restante de vitalidad.


Aquel era el final escaso de gloria al cual solo cabía la resignación y el alivio, que poco aliviaba.


La ausencia, la muerte y las almas sin dueño ni procedencia, sin perder tiempo, abandonaron aquel lugar… otras visitas durante aquella misma noche debían realizar, visitas que por un período al cual solo alcanza la palabra “eternidad” cumplirán, ya que la condena del condenado, es condenar.


Pd: después de un tiempo en el cual no he escrito, vuelvo a exhalar mi habitual pesimismo.