martes, 19 de mayo de 2009

El último aplauso ;

Él quería la salvación,
mientras estaba en negación,
a la fiebre que lo consumía
y una realidad clara le imponía.

Su cuerpo caído y moribundo,
yacía en el sucio lodo
de aquel frío escenario,
donde él sostenía su viejo rosario.
Un sonido estremecedor,
que se alejaba claramente de lo acogedor,
de su boca brotaba,
mientras él creía que rezaba.

Del cielo, las gotas de agua que caían,
Por su frente pálida descendían
a su rostro del lodo limpiaban,
a su alma la preparaban,
para la gran revelación que se anunciaba.
Él sonriente, así se lo imaginaba.

Pd: Título concedido por Bruno Federico Dávila Gómez, mis mayores agradecimientos.

Camila Pérez .

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