El diablo de la ausencia despertó, inmutable, no quiso negociar, cuotas con intereses venía a cobrar…
La víctima de la noche, la infeliz criatura, se ahogaba en las olas de lo inhóspito… entre alaridos, lágrimas, demostraciones de afecto y rechazo, todas ilusiones implantadas, todas ilusiones que no dejaban de ser reales.
De pronto, los contenidos se esfumaron en la nebulosa de recuerdos no gratos, todo se volvió vacío e irrelevante para aquella alma condenada por mérito propio; cuya única compañía era la ausencia, ya que las otras almas presentes… eran nada más que tormento, instrumento de tortura.
Para aquel entonces, tergiversar había dejado de ser un recurso y soñar con retroceder, había dejado de ser una medicina provisoria que reconfortaba, pero confundía.
La maldición comenzó a seguir su curso desganada, completamente cegada… invadía y destruía… también rogaba temerosa, casi en silencio, por su libertad arrebatada; pero ese deseo que finalizaría con su calvario, jamás será concedido por un diablo que la observa con el ceño fruncido, mientras cumple la tarea que le fue designada.
El mar de cenizas, desechos, comida descompuesta, cucarachas aplastadas, botellas de vodka, escritos a medio terminar y calor asfixiante, comenzaba a desbordar la pequeña habitación; en la cual ni siquiera una pluma era capaz de caber sin provocar que aquel caos presente por doquier, terminara de estallar...
La música de trasfondo, sonaba casi imperceptible al oído humano repetidas veces, cuando la muerte impudorosa, sin previo aviso se personificó. Aquella víctima degradada, con absoluta devoción reaccionó, como si estuviera en presencia de Dios, por clemencia pidió... reacción que la oscura figura, asqueada… aborreció; sin preámbulos cumplió con su tarea, succionándole el restante de vitalidad.
Aquel era el final escaso de gloria al cual solo cabía la resignación y el alivio, que poco aliviaba.
La ausencia, la muerte y las almas sin dueño ni procedencia, sin perder tiempo, abandonaron aquel lugar… otras visitas durante aquella misma noche debían realizar, visitas que por un período al cual solo alcanza la palabra “eternidad” cumplirán, ya que la condena del condenado, es condenar.
Pd: después de un tiempo en el cual no he escrito, vuelvo a exhalar mi habitual pesimismo.
La víctima de la noche, la infeliz criatura, se ahogaba en las olas de lo inhóspito… entre alaridos, lágrimas, demostraciones de afecto y rechazo, todas ilusiones implantadas, todas ilusiones que no dejaban de ser reales.
De pronto, los contenidos se esfumaron en la nebulosa de recuerdos no gratos, todo se volvió vacío e irrelevante para aquella alma condenada por mérito propio; cuya única compañía era la ausencia, ya que las otras almas presentes… eran nada más que tormento, instrumento de tortura.
Para aquel entonces, tergiversar había dejado de ser un recurso y soñar con retroceder, había dejado de ser una medicina provisoria que reconfortaba, pero confundía.
La maldición comenzó a seguir su curso desganada, completamente cegada… invadía y destruía… también rogaba temerosa, casi en silencio, por su libertad arrebatada; pero ese deseo que finalizaría con su calvario, jamás será concedido por un diablo que la observa con el ceño fruncido, mientras cumple la tarea que le fue designada.
El mar de cenizas, desechos, comida descompuesta, cucarachas aplastadas, botellas de vodka, escritos a medio terminar y calor asfixiante, comenzaba a desbordar la pequeña habitación; en la cual ni siquiera una pluma era capaz de caber sin provocar que aquel caos presente por doquier, terminara de estallar...
La música de trasfondo, sonaba casi imperceptible al oído humano repetidas veces, cuando la muerte impudorosa, sin previo aviso se personificó. Aquella víctima degradada, con absoluta devoción reaccionó, como si estuviera en presencia de Dios, por clemencia pidió... reacción que la oscura figura, asqueada… aborreció; sin preámbulos cumplió con su tarea, succionándole el restante de vitalidad.
Aquel era el final escaso de gloria al cual solo cabía la resignación y el alivio, que poco aliviaba.
La ausencia, la muerte y las almas sin dueño ni procedencia, sin perder tiempo, abandonaron aquel lugar… otras visitas durante aquella misma noche debían realizar, visitas que por un período al cual solo alcanza la palabra “eternidad” cumplirán, ya que la condena del condenado, es condenar.
Pd: después de un tiempo en el cual no he escrito, vuelvo a exhalar mi habitual pesimismo.
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