sábado, 7 de noviembre de 2009

Espiral ;

Invade mi cuarto como si fuera el suyo, como un día así lo fue. Sonríe y esa sonrisa ya no me agrada, no sé hace cuánto exactamente que me irrita y me parece demasiado forzosa, demasiado espontánea… demasiado ambas cosas. Muchas veces dicha sonrisa era el anuncio de una tormenta que se avecinaba... eso le hizo perder la belleza y el encanto que en mi ejercía.
Esta parada en la puerta, inmóvil, pareciera que con intenciones de quedarse largo rato ahí, este tipo de invasión al espacio ajeno para "observar" es algo muy común en ella.— ¿Cómo estás? —Se obliga a preguntar.
—Bien, ¿y vos? —Me obligo a responder.
—Bien, algo cansada… ¿Qué hiciste hoy? ¿Alguna novedad? —ambos conocemos las respuestas que daré a estas preguntas.
—Nada, digo… lo de siempre. ¿Novedades? Hace mucho que no las hay.
Como me gustaría que el “diálogo” finalizara ahí, demasiado iluso de mi parte sería creer que así será alguna vez. Por la expresión de su rostro (específicamente el movimiento inquieto de su boca que parece indecisa entre hablar y callar), me doy cuenta que espera que le pregunte qué hizo ella hoy… más aún... que lo haga demostrando algun interés. Esa necesidad de “comunicarse” siempre fue un rasgo característico en ella. Por contrapartida, a mi no me gusta ni siquiera “comunicarme” conmigo mismo…de hecho, cuando más le sentí rabia fue cuando ella intento (con suavidad o brutalidad, da igual) cambiar esta realidad. Es otro tipo de invasión esa insistencia en querer cambiar la esencia de los demás, en el caso la mía ¿no? Y más teniendo pleno conocimiento que su vida es una rutina compartida conmigo y los temas hace mucho que están en escasez (inclusive dudo si dichos “temas” llegaron a existir). Ambos somos absolutamente diferentes y esa historia de que “opuestos se atraen” jamás se aplicó en nuestro caso.
Quizás debería concederle lo que tanto desea: la maldita “comunicación” y seguirle la corriente de vez en cuando. Con lo tanto que a ella le gusta arrojar palabras al viento, esa actitud le sentaría bien a su humor bipolar. Sí, probablemente sería lo más inteligente de mi parte asentir a sus deseos, ya que me ahorraría tormentos y discusiones… el único problema es que no se fingir y me da pereza intentarlo. Pese a todo, aún no abandoné la teoría de que le proporciona placer el masoquismo, pues bien sabe como soy (al menos siempre se jacto de saberlo) y yo no quedo atrás… soy otro masoquista que prefiere oírla gritar a entablar una conversación.
Últimamente “discute” sola, opté por no seguirle la corriente en eso también…por mucho que diga…por mucho que intente herirme con sus palabras y su odio, yo actúo como si no estuviera donde estoy. Creo que discutir es su último intento para interactuar conmigo y como no obtiene resultados, enloquece… hasta parecer querer matarme. En un pasado debo admitir, esos deseos eran recíprocos.

Por obviar el hecho de que nuestra relación, era y siempre será una relación fallida, hace mucho que opté y ella conmigo estuvo de acuerdo…pero la realidad siempre abofeteo nuestros rostros. Soy un cobarde y ella esta en negación, cegada por la idea de una familia que nunca tuvo y creyó tener con los hijos que crecieron y se alejaron (utilizados, sí, esa es la palabra, utilizados vergonzosamente como causa fundamental para evitar un divorcio) y el marido que en el caso, nunca fue lo que ella soñó.
Consuela saber que ya falta poco para nuestra absoluta destrucción. El martirio, como me gusta llamarlo, ya duro lo que tenía que durar.
— ¿De quién es esa voz grave? —pregunta.
Yo que estaba absorto en mis pensamientos, la miro sin mirar y le respondo en seco y algo cortante, por cordialidad y nada más:
—Leonard Cohen.
— ¿Y cómo se llama esa música?
—Waiting for the miracle.
Me dedica una mirada desdeñosa y dice:
—Demasiado deprimente ¿no?
(Estoy seguro que en el fondo le encantó la música y la voz más que nada, ya que hace su estilo, pero no me lo dirá…sería un gesto demasiado amistoso)
—Sí… pero hermosa —contesto.
A ese “sí” casi le agrego un “¿y?”, pero es preferible postergar su cólera unos minutos, por lo menos hasta que la música termine. Sería una falta de respeto ante una obra de tal magnitud, utilizarla como banda sonora de un ataque de descontrol y furia de esa mujer.

Con los años la fiebre de la juventud y esa energía que nos sobraba y mal gastábamos discutiendo, se perdió. (A mi me ha pasado eso) a ella…con sus 15 años menos que yo, creo que aún no.
La observo recostada en la puerta, con sus 50 años y surge la imagen suya a los 30 en mi cabeza. Una de las mujeres más hermosas que jamás vi, esa belleza que con los años fue desapareciendo… ¿por las arrugas o por la infelicidad?

Me cuesta creer que con ella compartí la cama… me cuesta creer que estuve en su interior…me cuesta creer que tuve una vida sexual con ella y que de la misma, surgieron los hijos.
Prefiero dejar de pensar en ello, me perturba la idea....me es demasiado extraña, demasiado irreal. Miro mi reloj, son las 8:15 de la noche, el informativo ya comenzó. Prendo el televisor y subo el volumen, en realidad no sabría decir que tanto interés tengo en el informativo de la noche…ya lo vi por la mañana y las noticias son casi las mismas, pero es buen pretexto para matar la posibilidad de cualquier tipo de intercambio de palabras innecesarias. Intento inútil.
— ¿No vas al club hoy? —pregunta.
—No…hoy no.
— ¿Y eso por qué, te peleaste con alguien allá?
—No, hace mucho que no sé lo que es una pelea, Marta.
— ¿Entonces por qué no vas? —pregunta insistente, exasperante.
—No voy porque no me siento muy bien… creo que tengo gripe y salir en pleno invierno no me haría bien…
—Deberías ir a un médico, esa tu tos no se te cura más... —lo dice como si le importara, cosa que de hecho creo.
—Estoy por hacerlo…
Se precipita ella con su ironía y su amargura largando palabras que suenan como ladridos de perro maltratado (sin borrar la sonrisa de su rostro por supuesto), en tono de burla y desprecio que no se preocupa en disfrazar y me dice:
—Jaja, todo en tu vida “siempre estuviste por hacerlo”, Richard.
— (Yo murmuro inconsciente, sin tener suficiente cuidado si su oído agudo captará mis palabras) —Y tú también...
— ¿Qué? —No la noto alterada, creo que tuve suerte y no me escucho.
—Nada…Nacional y Peñarol…
—Ahhh, vos y tu fútbol…vos y tu rutina…
Casi murmuro nuevamente “y tú también” pero prefiero no arriesgarme a que de esta vez sí me escuche. Esas frases con intención de patearme el hígado me las decoré con los años, podría hasta repetirlas junto a ella y luego reír amargamente, quizás reír con ella. Sus consejos que más suenan como órdenes, sus ofensas y las razones por los cuales me ha de odiar eternamente, estarán siempre presentes en mi conciencia y pesarán con el tiempo más y más…
¡Cuánta carga en nuestros hombros viejos, doloridos y maltratados! ¡Cuánta carga que nos obligamos a cargar por miedo a sentirnos solos! Miedo a la soledad, ese fue el motivo casi exclusivo de nuestra unión. Soledad que después de todo hubiera sido la más sana opción. ¡Relación enfermiza la nuestra! Ella tratándome como hijo, y yo olvidándome que ella era una mujer, “mi mujer” o podía haberlo sido, si me hubiera importado, si la hubiera amado…pero yo nunca fui capaz de amar y la engañé cuando la hice sentir que sí podría hacerlo. Se que soy culpable del fracaso y todos los demás sentimientos que involucran nuestra relación y no sé como decírselo…no sé si quiero decírselo, sería demasiado atorrante de mi parte un pedido de disculpas a esta altura de nuestras
vidas, cuando “doblamos el cabo de la buena esperanza”.
—Damos pena —le digo.
(La chispa de los viejos años para crear una discusión se enciende en mí sin previo aviso y se apaga con la misma rapidez que surgió)
— ¿Damos? ¿DAMOS? Por favor, guárdate ese comentario ridículo —contra-ataca ella.
—Sí...damos. Ojalá que cuando me muera puedas reconstruir lo que te queda de vida.
— ¿Ya venís con ese papel de víctima, Richard? ¡Hipócrita! —su voz comienza a sonar alterada. De todo lo que me dijo y va a decir, creo que el “hipócrita” será lo más cariñoso.
—No tengo nada más para agregar, buenas noches —finalizó yo.
Subo al cuarto de invitados con mí único compañero fiel, Borges... y tranco la puerta para evitar una nueva invasión. A pesar de mi progresiva sordera la puedo escuchar vociferar, insultar y despotricar (los vecinos probablemente estén escuchando, algunos regocijándose y otros odiándonos por no permitirles dormir).
Antes de rendirme al sueño, pienso en nuestros hijos y en la suerte que tuvieron…la suerte de huir…la suerte que sus padres no se permitieron tener. Me alegro que al menos ellos ya no tengan que soportar nuestra miseria de cerca, la miseria de ver como sus padres se arruinan y se preparan para desaparecer; repletos de rencor y frustración. Con ellos sí espero disculparme, jamás me perdonaré por los traumas que les ocasionamos, en eso, la culpa es compartida con Marta, “mi mujer”.
Si no fuera por mi ateísmo, pediría a Dios que el mañana me acercara casi definitivamente al fin. Mi vida desde hace mucho es una depresión y nunca tuve las agallas de asumirlo y enfrentarlo…creo que nunca fui capaz de superar la transición de niño a hombre, cuando todo era más fácil…cuando sentarse solo, a ver los autos pasar era mí mayor disfrute. Tan solo al recordarlo me invade la nostalgia, estoy seguro que mi infelicidad en gran parte se debe al arrebato de la simplicidad en mi vida, por la propia vida, al hacerme crecer.
— ¡Infeliz, infeliz, infeliz…! —grita desquiciada ella.
Sí Marta, un infeliz… mejor no leer... mejor dormir, así la noche pasará con más rapidez y una noche a menos ya podremos contar…Marta, “mi Marta” buenas noches para ti también.


Camila Pérez.
Pd:El amigo Gulli en esta oportunidad, me iluminó ideando el título. Muchas gracias, sos todo un buen muchacho jajaja!

lunes, 14 de septiembre de 2009

Verso ;

Muero a cada verso,

Renazco a cada verso.

Una llaga en mi brazo se ha abierto

La sangre cae a chorros y seca llega al piso

Incrustada allí queda, como una mancha de cera.

Busco en las rimas algo de poesía, pero falta la llama del que ama.

Busco en las rimas el espíritu optimista, pero solo encuentro oscuridad forzada.

Y aún no he descubierto la fórmula... ni el secreto... para escribir como deseo,

Aquello que quiero sentir, pero no siento...

sábado, 12 de septiembre de 2009

Un hogar para la condena ;

Caigo en la cadencia de una melodía cualquiera, hasta percibir mi desinterés de estar parada donde estoy.

Las olas suavizan mi descontrol y yo que quise matarlo, descubro que perdí mi dinero, mi alimento y mi tiempo en el intento de matar lo que me mantiene mal o bien, viva.
Recuerdo y extraño aquel cuarto sin ventana que no era cuarto, extraño aquella pintura descascarillada en la pared blanca, que era capaz de entender aquel grito que nunca fue gritado como debería haberlo sido. Pared que entendía mi vacío porque ella también estaba vacía.

Esta playa, esta gente, esta luz opaca que entra por la ventana de mi nuevo “hogar”, despiertan el descontrol que por un tiempo durmió o me hizo creer que dormía y reprimen aún más el grito escondido, el grito cagón.

Este no es el cálido hogar con el que soñé, y aquel "hogar" que extraño, tampoco era el cálido hogar con el que ya no quiero soñar pero sueño, también lo odié. Me siento feliz por seguir odiandolo con la misma intensidad que me siento culpable por ello, y las razones del porqué sentir este entrevero... esas solo yo las sé y prefiero callarlas, intentar olvidarlas.

¿Será que mi verdadero hogar me espera en la otra esquina, o en el otro barrio, o en el otro país; o en el otro continente, o en el otro lado del otro lado que no se donde es, y mucho menos como llegar a el? Espero sin esperar, algún día encontrarlo.

Tengo la sensación de haber nacido para vagar en utopías y creer que merezco vivirlas, otras veces creo que deambular sin destino, es mi destino y que la peor parte después de todo, no la cargo yo. Aún soy capaz de “volar” a otros nidos, ja-ja.

Todo en mi esta más confundido y perdido entre sí y de sí que antes. Los objetos pierden lo que les restaba de definición y forma. Las ideas en mi cabeza están más dispersas y no dejan de dispersarse, siempre les queda un poco más de espacio para desencontrarse. Perderse es fácil, reencontrarse es casi imposible y aburrido, concluyo.

Si pudiera en este momento, describir grafica y correctamente lo que soy y siento, lo describiría, aunque probablemente sería mejor no hacerlo. Quizás mi impotencia para describir lo que no estoy segura de querer describir, es el pretexto que utilizo por el temor de descubrir que si puedo describirlo, y el resultado no sea de mi agrado ¿Cuán degradante y doloroso podría ser?

Siempre me obligué a escuchar como hablaban y hablan a mí alrededor de mi relación de amor-odio con todo y con todos, sin notar mi presencia ¿o fingiendo no notarla? Yo hablo del relativismo como respuesta a esas connotaciones sabiendo que ni a mi misma, esa respuesta convence más, sí es que algún día convenció.

Después de todo este mareo de pensamientos frecuentes, siempre opté por continuar viviendo, sin saber para qué, porqué, ni para quién. Con rabia, con desesperación, con yo que se lo qué, reconozco que soy ese "algo" que desconoce lo que es. Y esperando sin esperar, voy a continuar esperando algo que yo que sé lo que es.

Llega la noche, hora de volver a “casa”, dormir y de casi mala gana, esperar sin esperar el mañana, probablemente tan incongruente, inconcluso y algo más que no logro adjetivizar, como el hoy que en breve será ayer y el ayer que en breve será mañana.

Camila Pérez .

jueves, 27 de agosto de 2009

Muñequita de hojalata ;

Muñequita de hojalata,
Te volviste más inanimada últimamente, ¿por qué será?
Quizás el encarcelamiento te este comenzando a afectar…

Muñequita de hojalata,
¿Será que te estás comenzando a oxidar?
¿Te servirá de consuelo saber que de este mundo perecedero,
Todos un día desapareceremos? Niña tonta, no temas al respecto. 

Muñequita de hojalata,
Soy un cuervo… un cuervo vulgar, trajeado de príncipe
Que sabe recitar poesías vacías para saciar tu hambre y sed,
Y que encuentra en la tortura su mayor placer.

Muñequita de hojalata,
Te presento mí lúgubre morada…
Aquí es dónde me llevaré lo que resta de tu energía y alma,
Desconociendo la intensidad de tu angustia y el sentimiento de culpa.

Muñequita de hojalata,
¿Percibís el hueco que hay en mi mirada?
Ahí es donde se esconde mi verdad, en ese pozo húmedo y oscuro.
Para evitar temblar y hacerme enojar, desviá el objeto de tu mirar.

Muñequita de hojalata,
Tu beso tiene gusto a muerte, ¿sabías?
¡Presumo que es ese  el motivo de mi nerviosa excitación contigo!

Muñequita de hojalata, semiviva,
Tu piel pálida me incita al pecado, una vez más.
Objeto que pide un dueño, objeto que deseo, que mueve mi deseo…
Muñequita de hojalata, hoy tengo ganas de jugar...
Muñequita de hojalata, hoy te voy a obligar a jugar...

Camila Pérez .

martes, 25 de agosto de 2009

Ladrona de extintores ;

Camino distraída sobre una ola
De pensamientos sin sentido…

No se si es bueno, no se si es malo
But… Im on fire…
No se si es bueno, no se si es malo
Pero... me prendo fuego…
Energía reprimida, adentro,
Bien adentro que me quema.
Mientras el palabrerío inconstante de afuera Quiere contaminarme: blablablablablablabla.
Quiero que exploten todos de una buena vez.
¡Sin extintor, sin extintor! … gritan.
Yo les robé el extintor.
Llamame ladrona de extintores,
Decílo más alto, para que te escuchen.
Me prendo fuego con placer.
¿Ves, ves como me prendo fuego?
¿VAS A AYUDARME
O VAS A DEJAR QUE ME QUEME
GRITANDO IM ON FIRE?
Me quemo, me quemo, me quemo Una y otra vez, no me cansa, me gusta.
¡Mierda, si tuviera más alcohol...
Quiero incendiarme con alcohol!

¡Me gustan las ratas, me gusta el hedor de las ratas!Lágrimas, lágrimas, lloro por mí, lloro por vos,
Lloramos juntos, somos entes débiles.
Cicatrices, quemaduras, desfiguración. ¡Prendanse fuego, prendanse fuego, por favor!
No somos nada, pero tenemos fuego. ¡Te quemo con mi cigarro fafafafafa, Te quemo con mi sexo fafafafafafa! Escuchando la música del psicópata, ¡Aullamos de placer!
Tengo miedo al exterior
Hay mucha malicia, mucha estupidez,
Pero vale la pena porque hay fuego.
Miralos arder, disfruta mirandolos arder. Esa risa angustiosa que quiere salir... Jajajajajjajajjajajjajajajjajajaj, ¡dejala salir! Vos que tanto pedías por desestructuración,
¡Acá tenés la maldita desestructuración!
Alucinamos con una fiebre delirante,
Y nos estamos muriendo, ¡me gusta, me gusta!¡Fiebre, fiebre, adriendo en fiebre! ¡La fiebre es una llama, una llama incendiaria!
¡Combustible que mueve el infierno!
Sabe a… sabe a... perdición... ¡jajajajjajajajajajjaja!
¡Me gusta, me gusta, me gusta, me gusta!

Pd: Como me lo dijo Fede, este texto es fuego. Según su terminología un *absoluti divagi. Camila Pérez .

viernes, 21 de agosto de 2009

Ingreso al olvido ;

Ahogaste el grito
Para convertirte en una víctima incansable,
De la euforia y la depresión.

Te planteaste
Preguntas sin respuestas, para llorarle a la desesperación
Y a la ignorancia su culpabilidad.

Sabiendo orgulloso,
Que son pocos los neuróticos que restan
En una sociedad que insiste en perseguir la mediocridad,
Te cerraste a las críticas, alienándote.

Y así fue como a hurtadillas
El narcisismo te alcanzó, nublándote la visión,
Omitiéndote verdades, haciéndote perder la cualidad de especial.

Y ahora con pesar te digo,
Cuando el tono grisáceo de la piel se confunde y mezcla con una multitud gris,
Es en vano querer renacer o recuperar una identidad.

Y ahora con pesar te digo,
La pureza se ha ido y te has transformado en nada más que un corrompido,
Rogándole a lo desconocido por el fin de su paulatina degradación.

lunes, 27 de julio de 2009

Ruidos extraños ;

¡No estoy paranoico, se lo juro! Acabo de sentir un ruido, acabo de sentir varios ruidos. Algunos son fáciles de reconocer, otros no tanto. Desde que soy un niño siento ruidos extraños invadiendo mi cuarto, mi vida y más que nada, mi sueño.

Mi madre siempre se limitó a decirme que estos ruidos, eran el producto de mi imaginación fructífera. Para ella eso era lo más fácil y razonable que se podía decir o creer, pues a ella, le gustaban las cosas simples que requirieran poco esfuerzo mental al ser procesadas.

Recuerdo el puño cerrado golpeando el televisor y también recuerdo, el puño cerrado golpeando el armario. A pesar de no poder verlo, siempre pude sentirlo ¿acaso eso no es suficiente? Quizás sea como lo dijo Descartes en sus meditaciones: “los sentidos engañan”.

Escucho voces también. Varias voces hablando al mismo tiempo, por lo cual no puedo descifrar el mensaje que me quieren trasmitir. ¿Supongo que debe haber algún mensaje, no?

¿Es qué solamente por el hecho de tener más capacidad de percibir ruidos y sonidos usted me considera un paranoico, un loco o un esquizofrénico? Me recuerda a mi madre, siempre buscando la solución más práctica, por ende, errónea.

Ahora es mi puño el que esta cerrado, golpeando paredes y destrozando artefactos. ¡Debe entenderlo, ya no soporto estar despierto, irritado, angustiado y dolorido! Bien sabrá que mi cuerpo se deteriora, bien sabrá el miedo que esto me produce.

¿Podría dejar de mirarme de esa forma? Su mirada cargada de empatía llega a ser insoportable. Preferiría que actuara como si estuviera semimuerto o como un no humano, como un robot para ser más específico.

Comienzo a creer que hay algún tipo de energía malevolente, que jamás se cansa de jugar con mis emociones ¿Qué piensa usted? No, no, mejor no hable, ya se con que historia me vendrá y créame, no la quiero escuchar nuevamente.

¿Ya se termina la sesión, verdad? Se supone que ya es la hora en la cual le confieso lo que usted ya sabe ¡Por Dios, en que cosa tan previsible se ha transformado esto!

Quizás sea como lo han dicho todos y como me lo ha dicho usted sutilmente, estoy loco y debo aprender a aceptarlo ¡Oh, vaya monólogo!

Camila Pérez .

domingo, 26 de julio de 2009

Confesiones ;

Te sentís poderoso con ese revolver apuntando a mi cabeza. Yo te observo, sorprendida quizás, tratando de disimular lo que siento para hacerte creer que tenés realmente todo ese poder que crees tener ¿eso te hace sentir bien, verdad?

Percibo que no hay mucho por hacer en este momento, mi suerte esta a merced de tus manos inseguras que fingen firmeza. Mi único deseo es que esta situación incómoda acabe, no me interesa quien saldrá favorecido.

Con miradas te hago entender que tampoco me importa morir, ya que en muchos casos la muerte puede ser más dignificante que la propia vida. En cuanto a lo que le sigue a esta, opino que la gente versea demasiado. Yo estoy hasta el hartazgo de este tipo de versos.

Admito que sí, siento rabia desmesurada cuando me ponen a prueba o me amenazan, así que en este momento, estoy tratando de ser lo más indiferente que puedo ser. Si actuara por mis impulsos o por mi instinto animal, esto podría estar tomando un curso diferente.

Con respecto al temor te aclaro, no es a ti a quien temo. Le temo a esa tu constante inestabilidad que no me permite predecir lo que vendrá y realizar así, mi análisis del modo que a mi me gustaría realizarlo, objetivo. Deben haber pasado horas ya y continuamos donde empezamos, en ningún lugar.

No deseo que te sientas el protagonista de esta historia. Yo, la villana, soy la protagonista aquí, el ser que realmente razona. Seamos honestos, esto no es una historia para niños, esto es la realidad y en ella, el villano siempre tiene posibilidades de ganar.

¿Sería conveniente que te gritara: dispárame y terminemos con esto? ¿Sería conveniente callarme y que el silencio hiciera todo el trabajo perturbándote y al primer deslice escapar? Preguntas…preguntas y más preguntas infernales.

Concluyo entonces que vivimos en un mundo de probabilidades matemáticas dónde los quizás, las preguntas y los miedos, realmente no cuentan... y es entonces cuando me decido por dejarlo ser y nada más.
En las travesuras de lo que vulgarmente llamamos “destino”, no conviene interferir pues las consecuencias podrían ser nefastas, me es más cómodo pensarlo así.

Pd: Título concedido por Bruno Federico Dávila Gómez, mis mayores agradecimientos nuevamente.
Visiten también su blog: http://bfdgdelirios.blogspot.com, les aseguro que no se arrepentirán.
Camila Pérez .

jueves, 21 de mayo de 2009

Rutina ;

Nueve minutos, ínfima porción de tiempo que se vuelve insoportable en este tedioso entorno, donde veo caras insipientes que nada me dicen y yo a ellas no les digo nada.

Deseo dormir, pero no debo. Con mis manos sujeto mi cabeza que quiere caer contra el banco, revuelvo desesperadamente mi pelo en el intento frustrado, de salir de este somnoliento estado, antes que ellos lo perciban. Pero tonto engaño, pues ellos todos, ya lo percibieron.

Veo con indiferencia la pizarra blanca que esta frente a mí, tan alta, repleta de números y palabras que no me esfuerzo por entender, pues soy víctima del mareo.

Intento buscar alguna actividad entretenida y la única que encuentro… es la de rayar compulsivamente mí maltratado cuaderno, con frases que carecen de sentido, como mi presencia en esta sala, lo carece también.

Y el tiempo, se toma su tiempo y no porque yo lo deseé, transcurre rápidamente. Y hasta el último minuto, me obliga a escuchar aquel insufrible palabrerío, que se ve interrumpido por el sonido del timbre, que me dice que ha llegado la hora de partir. Pero mañana me dirá que es hora de volver, a lo mismo… a la tediosa rutina.

Camila Pérez .

martes, 19 de mayo de 2009

El último aplauso ;

Él quería la salvación,
mientras estaba en negación,
a la fiebre que lo consumía
y una realidad clara le imponía.

Su cuerpo caído y moribundo,
yacía en el sucio lodo
de aquel frío escenario,
donde él sostenía su viejo rosario.
Un sonido estremecedor,
que se alejaba claramente de lo acogedor,
de su boca brotaba,
mientras él creía que rezaba.

Del cielo, las gotas de agua que caían,
Por su frente pálida descendían
a su rostro del lodo limpiaban,
a su alma la preparaban,
para la gran revelación que se anunciaba.
Él sonriente, así se lo imaginaba.

Pd: Título concedido por Bruno Federico Dávila Gómez, mis mayores agradecimientos.

Camila Pérez .